sábado, 23 de enero de 2010

¿Sujetándolos o soltándolos?




“pero los que esperan a Jehová
tendrán nuevas fuerzas;
levantarán alas como las águilas...”
 (Isaías 40:31)







Quiero ser modelo de una filosofía de ministerio sana.

Desde temprano, sentía que el Señor me quería para algo más que calentar una banca los domingos. ¿Quién sabía de qué se trataría? Después de tantos años, algunas de mis preguntas siguen sin respuesta:
  • ¿Qué parte de mi “llamamiento” se modificó porque me tocó cruzar una frontera y aprender otro idioma? La verdad, siento que lo que se espera de mí como “misionero” (palabra que no se encuentra en la Biblia) es muy parecido a lo que Dios espera de todos.
  • ¿Qué me obliga a mí a preparar la siguiente generación de líderes espirituales mientras muchos de mis homólogos se mudan o se jubilan, esperando que la iglesia tenga la suficiente sabiduría para buscar a su suplente?
  • ¿Cómo es que algunos, mientras ocupan su púlpito, aseguran que cualquiera "amenaza" a desplazarlo sea aplastada lo antes posible?
“porque ahora vivimos,
si vosotros estáis firmes en el Señor.” 1Tes 3:8

He descubierto que hay pocas cosas que “refrescan mis huesos” (Pr. 15:30) tanto como vivir rodeado de gente que es más entusiasta, más espiritual y con más talentos que yo. Hay tan pocas cosas, si es que hay alguna, que hago bien. Es un maravilloso atributo de la gracia... cómo Dios abre corazones y trae a personas que llenan los huecos, me complementan, y sacan adelante el ministerio en formas que son imposibles para mí solito.

Los celos harán que yo no sea más grande que el Rey Saul. Aferrándome a mi puesto, haciendo el papel de autoritario con la última palabra en casi todo, protegiendo “mi” campo de trabajo, aplacando la iniciativa de los demás... sólo lograré que la casa se me venga encima.

Diótrefes (3Jn 1:9) fue un perdedor.  ¡Ojala y hubiera sido el último en aparecerse y no el primero de muchos!

Viendo a personas con ganas de servir y usando talentos que yo mismo jamás tendré... wow... ¿dónde encuentras palabras para describir eso? El cuerpo está siendo edificado como nunca podría ser con tan solo mi enseñanza y esfuerzo.

Cuando reflexiono sobre mi misma inmadurez, mis errores y mi orgullo, me maravillo de que el Señor aun me permita ocupar un pequeño lugar de trabajo en su reino. ¿Por qué, pues, debo resistirme a soltar a los discípulos nuevos o menos experimentados? Ellos también necesitan su espacio para aprender, regarla, recoger los pedazos y volver a intentar. Si Dios no se ha alejado de mí después de algunas de las cosas estúpidas y dañinas que he hecho en mi ministerio, ¿por qué pensaría que Dios no tolerará la imperfección en los que vienen después de mí?

¡Qué pena! Creo que a veces tenemos unas águilas por ahí que lo único que quieren es aprender a volar... pero no logran soltarse de la cuerda con que las tenemos sujetadas.

Aun Pablo llegó al punto de vivir vicariamente, mediante las vidas de otros creyentes... y fue una experiencia enriquecedora. Pensando en tanto púlpito vacante... pareciera que algunos se retiraron antes del tiempo... perdieron las mejores bendiciones y además se olvidaron del propósito principal que Dios tuvo desde el principio en enviarlos ahí.

Dios a Moisés le dio a un Josué. A Pablo le dio a un Timoteo. No puedo pensar en un mejor regalo para mi ministerio: alguien firme en el Señor que venga tras mí... ¡eso sí es “vivir”!

“porque ahora vivimos,
si vosotros estáis firmes en el Señor.” 1Tes 3:8





No hay comentarios:

Publicar un comentario