martes, 21 de septiembre de 2010

La Patria Amada...

(Las Fiestas Patrias de la semana pasada me impulsaron a terminar esta entrada.)

"Salir de Estados Unidos es como bajar 10 kilos de peso y salir con una novia nueva." Phil Ochs

Estoy seguro que aquel cantante de folk de los años 60 tenía razones distintas que las mías para semejante declaración. Sin embargo, confesaré que a mi manera, ¡estoy de acuerdo!

Nuestras raíces son una cosa poderosa... las memorias de nuestra niñez, el amor a familia... (a veces la extraño tanto que duele).

Wausau, Wisconsin, donde Linda estuvo hospitalizada en junio, se encuentra cerca de familia: mi sobrina y esposo ahí viven; papá, hermana y cuñado a 40 minutos al norte en Tomahawk; mamá en una unidad de Alzheimer's a 20 minutos al este de ellos en Rhinelander; a los 5 minutos al sur de Rhinelander, el Lago Julia, donde los abuelos tenían su "resort" cuando yo era niño.

Memorias profundas y tan dulces que duelen; olores tan conocidos que te trasladan al instante 50 años atrás; memorias tan cristalinas que te hacen pensar que algo de las almas de los que ya se fueron aún reside en los lugares donde los conocías.

Wausau, Wisconsin es también donde asistíamos a una congregación entre 1972-73. El pastor, Gilbert Nemeth, abrió nuestra mente en muchas maneras en los primeros meses después de entregar nuestros corazones a Jesús.

A pesar de mis raíces y su atracción magnética tan poderosa que aun ejercen sobre mí, comencé a sentirme... restringido, encerrado, casi claustrofóbico... no fue culpa de nadie... la atención que recibió Linda en el Hospital fue excelente; el tiempo con familia fue de un valor incalculable.

Sin embargo, hay una parte de mí que no le pertenece ni a mi familia ni a mi hermoso Estado de Wisconsin. Es esa parte que responde con gozo y llenura al bajarme del avión nuevamente en Cancun.

A veces, ¡creo que estoy loco!

Aborrezco el calor... desde siempre. Las primeras dos semanas de regreso aquí, me sentía como atropellado por un camión. Disfruto las playas de Cancun tanto como visita a hospital. Dénme una cabaña en la nieve en alguna montaña alta y una cafetera. (Bueno, y un nuevo Kindle 3G, también, para que me la pase leyendo).

Aborrecía la comida... pero ya no. Ahora, hasta a mi avena del desayuno le echo picante.

Ni aborrecía ni amaba a los mexicanos. No conocí a ninguno hasta la universidad.

Lo que comenzó en el año 1975 como el intento de ser obediente a la voluntad de Dios, se fue convirtiendo en amor profundo y gratitud. Actualmente nos sentimos tan orgullosos de ser inmigrados legales, residentes de México, como cualquiera que sienta amor por su patria. Queremos mucho a la gente que Dios permite en nuestras vidas. Hay cosas que son más difíciles aquí; pero también, hay cosas que son más fáciles.

He ahí, mi solidaridad con la declaración de Phil Ochs. ¿Por qué me sentiría así? Para comenzar, porque Dios permite que tengamos un ministerio... el que sea es bueno... pero, puesto que es aquí, ¡nos encanta estar aqui! En cierta forma, no estoy completo sin él.

¿En dónde es tu patria amada? La mía es el cielo; la mía es disfrutar la voluntad de Dios para mi vida. No podría estar más feliz que en el lugar donde Dios me permita esa medida especial de utilidad en su reino.

Yo deseo que la perfecta voluntad de Dios sea -cuando menos- tan real y enriquecedora y animadora para tí como lo ha sido para mí.

“entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado.” (Isaías 58:14)

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