jueves, 2 de septiembre de 2010

Es lo que es...

Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; Lo mismo te son las tinieblas que la luz.” (Salmos 139:12)

Cuando nos tumba la tragedia, cuando las enfermedades nos alcanzan, cuando un momento de crisis no suelta y se van atando momentos sucesivos de crisis, convirtiendo el momento en horas, días y noches de más de lo mismo, ¿qué juego de emociones y qué proceso mental predominan en nosotros?
  • ¿por qué a nosotros?
  • ¿por qué esto?
  • ¿por qué ahora?
  • ¿por qué Dios no lo compone?
¿Por qué gastamos tanto tiempo en preguntar, por qué?

Ya sabemos que Dios es...
  • Soberano - “su dominio es dominio eterno...” (Daniel 7:14b)
  • Bueno - “Bueno eres tú, y bienhechor...” (Salmos 119:68a)
  • Amoroso - “...Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.” (Jeremías 31:3)
  • Inmutable - “Tus testimonios son muy firmes...” (Salmos 93:5a)

Ya sabemos que el propósito de Dios para nosotros se puso en marcha mucho antes de que naciéramos. ¿Te acuerdas de aquel que nació ciego?

1 ¶ Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? 3 Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.” (Juan 9:1-3)

Ya sabemos qué esperar de esta existencia temporal; que el estar en Cristo no nos exenta de la condición humana. “...En el mundo tendréis aflicción...” (Juan 16:33b)

Ya sabemos que, pase lo que pase aquí, eterno descanso y victoria nos esperan... aún no, pero, sí más pronto de lo que pensamos!

Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;” (2 Corintios 4:17)

Así que, ¿Cuál es la bronca?

¿Por qué tanto preguntamos, por qué?

A veces, la respuesta es la misma que le diste a tu hijito cuando por enésima vez te preguntó, ¿y por qué? Y tu respuesta fue, “porque sí”.

Es lo que es. Si entendemos o no, si nos resignamos o no, si estamos en Cristo o no, ¡es lo que es!

No debe haber tanto lugar en el corazón del cristiano para la decepción. ¿No será que de repente estemos pensando que Dios prometió algo que tal vez no? Nuestro propio deseo de cómo queremos que sean las cosas nos prepara para tener problemas cuando las cosas no van así.

Cuando estemos acongojados, angustiados, agotados, a penas si funcionando, que el Señor nos dé gracia y espacio para reflexionar:
  • ¿Me creo exento de la condición humana que afecta a los demás?
  • ¿Dios me ha mentido? ¿Ha sido incumplido conmigo?
  • ¿Abracé a Jesucristo pensando en que mi existencia temporal cambiaría o en la eterna victoria que me prometió sobre el mundo?
    ¿Qué dijo Jesús?
    “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33)
Nuestro Dios es Señor sobre toda la condición humana. Estando del otro lado de nuestros días más oscuros, a veces se nos permite ver un poco de cómo Dios fue glorificado, cómo se ensanchó su reino, cómo se fortalecieron algunos, cómo se acercaron a Cristo otros.

 ¡Sí! nuestro mundo es lo que es, pero, ¡fíjate! Dios es Dios y Él también ¡es lo que es!

 Jamás se olvida de nosotros, nunca nos falla, su gloria nunca es menos, su brillo nunca disminuye, aun cuando nos da trabajo verlo en medio de nuestra oscuridad personal.

"...Lo mismo te son las tinieblas que la luz.” (Salmos 139:12b)
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario